jueves, 29 de enero de 2009

Vieques














Mientras mi barco se acerca a la orilla,
voy levantando la mirada ya me aproximo
al momento de anclar mi nave.
Anudo la vela al mástil y enrolo el foque..
Siento unos ojos que miran intensamente
estaba allí en el muelle, aquel muchacho
de cabellos rubios y piel morena,
su figura inmóvil solo miraba, solo miraba.
Comencé a arrimar mi barco lentamente
las olas del mar benignas ayudaron con su fuerza
y de mis manos surgió el nudo y su amarre.
Las sombras de las personas esperaban
mi llegada con sus abrazos vacíos y frías sonrisas,
me esperaban pero no me conocían
muy pronto de ellas me pude escapar.
Ya mas entrada la noche, en la isla negra
y su manto de estrellas, la melodía del mar
entonando su dulce arrullo.
Entonces yo, ya desnuda de hipocresías
y tristezas, recline mi cuerpo en la roca,
sin querer me quede dormida, soñé con sus ojos
soñé que él me amaba aquí en la arena junto al mar.
Despunta la mañana temprana con un beso
de sal en mi rostro, allá lejos todavía
festejan las sombras su agonía mortal,
las sombras con sus abrazos vacíos,
despiden las manos sin cuerpo a los que se van.
Levante el ancla, ya el mástil preparado
para el azote, izando velas, mi foque en justa
dirección, de pronto un baño de brisa caliente
en mi rostro y mirando hacia el muelle
descubrí...
que me miraba, oh muchacho de cabellos rubios,
de ojos marrones y piel morena,
nunca supe quien eras y ahora cada vez
que estoy cerca del mar, me transporto
hacia aquel muelle, todavía hoy lo recuerdo.…
Nunca supe quien era

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